El bachillerato lo estudié en el CECyT 14, una escuela del IPN que en aquellos días se ubicaba en la calle de Revillagigedo, allá en el centro. Uno de esos días, las calles aledañas se encontraban cerradas, especialmente Av. Chapultepec. Don Bernal (un señor que vendía tortas en la Av. Chapultepec casi esquina con Balderas, le decíamos así por su parentesco con un compañero de apellido Bernal, en realidad, nunca supimos su verdadero nombre) nos informó que todo el alboroto era por que iba a pasar el diablo, estaba de malas por que fué obligado a cerrar su puesto de tortas, siendo la mía y la de los gandules que me acompañaban las últimas que despachó. Y en efecto, las calles se estaban llenando pues estaba a punto de pasar el papa (no el papá o el apá -ese de la CANACA-), la algarabía iba incrementándose conforme se acercaba el momento, la gente cantaba y armaba porras. Nosotros también: ¡La escuela, vendida, jamás sera bendita!; ¡Juan Pablo, segundo, te ví sólo un segundo!. Y así fué. Pasó más rápido que de prisa y en eso terminó todo, en unos instantes, todo volvió a la normalidad.
Ya van unos cuantos años de que no nos visitaba alguna personalidad de esas que despiertan conmoción en el pueblo de México, de esas que provocan a la gente y logran que salga de sus casas y dejen el trabajo sólo por una pequeña dosis de alegría y esperanza. Así de depresivo y triste es nuestro entorno. Y es comprensible esta necesidad, digo, la selección no gana, Venedicto no ha venido ni le interesa venir a visitar a la más noble de las sucursales de la iglesia católica, si acaso, el rayito de esperanza fué hace unos cuantos años con el retorno de U2 como lo baticinaron las escrituras y la reciente visita de Radiohead, fuera de eso, nada había conmovido al pueblo de México. Hasta ayer.
Obama y la bestia visitaron nuestro país y la algarabía no se hizo esperar. Esa visita fué capaz de mover, reactivar y conciliar a todo el Estado (Mayor Presindencial), fué capaz de integrar al gobierno local y federal con un fin particular, es más, poco faltó para que todos saliéramos con nuestros espejitos para que Obama viera desde el Air Force One los destellos de la luz reflejada por el pueblo de México debajo de esa nata que cubre al DF. No se hizo por que podría ser considerado como un acto terrorista.
Cuenta Cecy (que trabaja en Polanco y fué testigo del paso de la bestia) que fué una experiencia religiosa, que había mucha gente por todas partes ondeando sus banderitas de ambas naciones y que eran 5 bestias, pero bestia bestia, sólo una, las bestias iban escoltadas por varias camionetas blindadas (me pregunto si eran de las Hummer de Elba Esther), policia federal, motocicletas, autos, en fin, fué todo un desfile calidad Disney World que entretuvo al pueblo de México, el cual, de paso, sirvió para proteger a Obama y las bestias, y es que, sería lamentable que en un crucero les volaran los tapones o asaltaran al chofer, es más, precisamente para evitar penas con los limpia parabrisas de los cruceros, dichas bestias venían lavadas y enceradas, pues Obama, como Zedillo, no carga cash. Los Federales apoyaron para que no fueran a desvalijar a alguna de las bestias al estacionarlas, con todo el blindaje que traen, una sola puerta vendida por kilo ha de dejar dividendos suficientes para pagar la deuda de mis tarjetas de crédito o al menos para poder invitar las chelas a todos los gorrones de tu oficina (no me digas que no hay). Hay trascendidos que relatan el calvario que sufrieron los viene viene del Presidente Intercontinental para estacionar a las bestias, pues todas entraron al estacionamiento del hotel (garage) para no acabar con la magia del momento.
Desafortunadamente, no pude ser testigo de este show cómico-mágico-musical que se ha brindado al pueblo de México, que a coro gritó a Obama: ¡Obama, amigo, el pueblo está contigo! junto con cánticos religiosos proféticos como ese de "Obama en el cielo". Y todo por estar en el trabajo, pero me caé que ahí pa' la otra. Me caé.
viernes, 17 de abril de 2009
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