Éramos muchos en contra, aún así sucedió, hoy hace 4 años las vidas de más de 300 personas cambiaron cuando ante nuestras miradas las banderas rojinegras mataban el proyecto por el que entregamos algo más que nuestros conocimientos y habilidades.
El caso del Canal 40 será recordado en la historia como una historia de traiciones y soberbia, sin embargo, pocos hablarán sobre lo que había dentro de aquel piso 40 del WTC y los seres que ahí trabajábamos.
Conocí el Canal 40 desde mis 13 años, cuando en plena adolescencia pasaba mis ratos libres leyendo cuentos y también veía la tele, en esos días el 40 sólo transmitía videos musicales. Ahí me quedaba un rato, me sorprendía lo que oía, y es que el 40 era el único canal que transmitía en sonido estéreo en esos días. Posteriormente transmitió Tele Noticias que después se convirtió en CBS Tele Noticias. Me gustaba la entrada y los cortes cuando se mostraba la imagen de una redacción y gente trabajando en ella. Creo que ahí se definió mi interés por las ciencias de la comunicación y por la información.
Llegué al Canal 40 por mi propio pié 8 años después, un día de febrero de 2003, aún fresco el Chiquihuitazo decidí ir a dejar mi curriculum al WTC, la experiencia más sin sabor de mi vida: entregar el papelito y retirarme. En esos días era estudiante de la Lic. en Informática, por lo cual no podía aspirar a mucho. Durante meses insistí por teléfono a la Jefa de Personal, Celia, para que me diera una oportunidad, como fuera, como jalacables, como asistente del asistente, estaba dispuesto a hacer la chamba que ni los de servicio quieren hacer. Fué hasta septiembre de ese año que fuí asignado al área de sistemas como practicante.
El 23 de septiembre de ese año entré a la recepción del piso 41, me presenté y por fin llegó el momento: me dieron el tour por el canal. Creo que nunca podré olvidar esa sensación al cruzar la puerta que llevaba a la redacción, fué la impresión mas grande que he podido tener. No sólo era la primera redacción que conocía, era la redacción del Canal que solía sintonizar, era la redacción donde se preparaba la polémica, donde se tomaban decisiones que cambiarían la pantalla. Lo recuerdo y aún se me pone la piel chinita.
El tiempo transcurrió y en febrero fuí contratado a sabiendas de la situación por la que pasaba el canal y por los periodos que pasaría para poder cobrar. Con el tiempo fuí ascendido a coordinador del área de soporte técnico. Las mañanas eran desoladoras en el WTC, empezaban flojas, tristes, la actividad era poca y muchos llegábamos tarde como protesta silenciosa que mostraba nuestro descontento con nuestra situación. Aún así, a pesar del pago a cuentagotas y las quincenas que se nos pagaban cada 30 días o más, conforme avanzaba el día los ánimos se levantaban. La acción comenzaba después del medio día.
Sistemas era un área que estaba aparentemente marginada del resto de las demás en donde nos encerrábamos y si nuestro trabajo estaba bien hecho, simplemente nadie lo notaría, toda area de sistemas se hace notar cuando las cosas van mal. En lo personal no me gustaba esa condición por lo cual salía constantemente a dar vueltas por el piso 40 en donde solía refugiarme. Algún tiempo encontré asilo en Séptimo Día antes de que Cecy se fuera a trabajar a LA Times, esas solían ser pláticas variadas, desde quejas por que ella no tenía messenger hasta colaboraciones para la elaboración de los anuncios del programa y algunas otras cosas más, ella me platicaba de su carrera, yo le platicaba de la mía, intercambiabamos rumores sobre el futuro de la empresa y nuestros pagos adeudados.
El día avanzaba y para conservar las relaciones diplomáticas con mi jefe me salía con él y su grupo a comer, costumbre que me dejó como consecuencia unos kilos que no he podido perder. De regreso al WTC el panorama era distinto, la gente de noticias ya se encontraba trabajando preparando el noticiario de la noche, conforme avanzaban las horas la presión crecía y la gente se veía más tensa... y mas irritable desde que prohibieron fumar en el WTC.
Era un ambiente maravilloso, gran parte del personal era joven, estudiantes o recién egresados. Sólo así pudimos tolerar tanto tiempo con pagos irregulares, aún así, el trabajo que se realizaba en ese piso era una demostración de profesionalismo y creatividad innegables que permitía mantener al aire el canal a pesar de todas las carencias, a pesar de que los equipos y hasta las propias cintas habían superado su tiempo de vida. Eso si era ingenio!.
La esperanza estaba en la campaña electoral de 2006 en la que seguramente entraría mucho dinero al canal por concepto de publicidad, sin embargo, la relación de la empresa con el sindicato se vió deteriorada con la salida de Javier Moreno Valle del país. Poco a poco el sindicato se hacía más visibles pero no por ello se hacía más presente, a pesar de que las demandas parecían justas, no queríamos la huelga, éramos mayoría. En una de esas reuniones con el sindicato imprimí una hoja que decía "No a la huelga" y la exhibí. No le gustó al sindicato, lo consideraron una provocación.
Las negociaciones con el sindicato llevaban ciertos plazos y ciertas condiciones, el último plazo fué recortado por ellos repentinamente y por ahí del 18 se nos informaba que al día siguiente iniciaría la huelga. Eran poco más de 30 sindicalizados. Y entre ellos tampoco querían la huelga, pero era una orden acatada por los líderes sindicales a pie juntillas.
El 19 de mayo se concretó el plan y la huelga inició aún cuando se estaba en pláticas con la autoridad competente. Fué algo repentino, en un instante bajaron el switch y todo era un silencio que nunca habíamos percibido en un lugar dónde la actividad de computadoras y demás aparatos era permanente. El desalojo comenzó y así nos fuimos despidiendo de nuestros lugares, de nuestro centro de trabajo, del espacio que muchos, a pesar de las carencias y la indiferencia de ciertos funcionarios, adoptamos como segundo hogar literalmente. Yo me senté en mi lugar que tenía una ventana que daba hacia el sur de la ciudad. No quería salirme. Observaba el panorama que todos los días observaba en la espera de que me sacaran de mi sitio de trabajo. Así fué. Los líderes del sindicato fueron a sacarme y fué la última vez que ví los pisos 40 y 41 del WTC.
A la distancia, 4 años después, no he recibido el pago de mi salario adeudado que TV Azteca se comprometió a pagar. En el piso 41 se quedaron los borradores de mi tesis de la primera carrera, unos cuantos libros, mi cartilla del servicio militar y los restos de mi faceta como informático y nada más. A 4 años de distancia estoy seguro que los que estuvimos ahí somos distintos desde ese día. Todos dejamos algo en ese canal. ¿Tú que dejaste?
martes, 19 de mayo de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario