viernes, 23 de octubre de 2009

Una década.

Una década después (casi). Fue dificil encontrarte, fue más dificil dirigirme a tí. Creo que fue la necesidad de culminar los pendientes regados en el camino transcurrido lo que me obligó a cerrar círculos. Al razonarlo, no pude evitar comenzar por el más grande de todos. Tú.

Anteriormente había escrito algo sobre tí, fue cuando comenzó mi búsqueda hasta dar contigo. Durante los breves minutos que duró la plática en mi mente estuvo ese recuerdo de tí, el de tu sonrisa, tu cabello chino, tus ojos y tu inteligencia. Una breve entrevista que me hizo recordar aquellas pláticas interminables, cuando no habían SMS ni messenger, cuando escribíamos cuentos, historias y anécdotas en un cuaderno a modo de blog y la semana se resumía con papas, banderillas y sandía.

Quizá ya es muy tarde para sembrar una amistad en el huerto donde alguna vez hubo vida, quizá nuestros mundos ahora son diametralmente opuestos y sólo quede el espacio para esa charla que a modo de despedida me permitió reconocer tu voz y tus conocimientos.

Te agradezco que comprendieras los motivos de mi acercamiento y más aún agradezco la ayuda que me brindaste con el caso de Freud y los consejos referentes al psicoanálisis.

Diez años después, hicimos lo que deseamos, a nuestro modo, tú en psicología y yo en comunicación. Es gratificante saber que ambos seguimos el camino que fue imaginado en un destello en la mirada de un par de adolescentes. Algo sobrevivió de aquel jardín. ¿Te acuerdas?

Yo también.

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